Un pequeño proyecto, un cuaderno de viaje

En este cuaderno virtual vamos a ir sumando cada día un poco de trabajo y de creatividad. Quien dijo que la Lengua era aburrida, no debía de conocerla bien

jueves, 3 de noviembre de 2011

Historia de los signos de puntuación


Muchas veces os oigo resoplar cuando se menciona en clase la terrible palabra "ortografía". Creo que el mejor ejemplo para que entendáis por qué es necesario escribir correctamente, respetando los signos de puntuación, tratando bien el idioma que es nuestro instrumento de comunicación, es esta historia:
Historia
-Autor desconocido-
Una vez, hace mucho tiempo atrás, tres señoritas estaban enamoradas del
mismo caballero; así que le pidieron que escribiera una carta donde les dijera a
cuál de las tres él realmente amaba.
Sin valerse de ningún signo de puntuación, eso fue lo que el caballero
escribió:

Tres bellas que bellas son
me han exigido las tres
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón
si obedecer es razón
digo que amo a Soledad
no a Julia cuya bondad
persona humana no tiene
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad

Lo que Soledad entendió:
Tres bellas, que bellas son…
Me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón
digo que amo a Soledad;
no a Julia, cuya bondad
persona humana no tiene;
no aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.

Lo que Julia entendió:
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón
digo que… ¿amo a Soledad?
No. A Julia, cuya bondad
persona humana no tiene;
no aspira mi amor a Irene
que no es poca su beldad.

Lo que entendió Irene:
Tres bellas… ¡Qué bellas son!
Me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón
digo que… ¿amo a Soledad?
No. ¿A Julia cuya bondad
persona humana no tiene?
No. Aspira mi amor a Irene,
que no es poca su beldad.

Lo que el caballero realmente quiso decir:
Tres bellas, que bellas son,
me han exigido las tres,
que diga de ellas cuál es
la que ama mi corazón.
Si obedecer es razón
digo que… ¿amo a Soledad?
No. ¿A Julia cuya bondad
persona humana no tiene?
No. ¿Aspira mi amor a Irene?
¡Que no! Es poca su beldad.

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